EL OLIGOPOLIO DE LAS EMPRESAS ELÉCTRICAS ESPAÑOLAS.

“Si te han explicado el sistema eléctrico español, y lo entiendes, es que te lo han explicado mal”. Esta es una frase que suelen decir aquellos que se dedican a este sector. Aunque en un inicio pueda sonarnos extraño o que incluso no tiene sentido, no es así. El marcado eléctrico español es complejo puesto que comprende la generación, el transporte, distribución y comercialización de la actividad. Estas actividades se llevan a cabo de forma separada, pero están fuertemente interconectadas, es decir, las unas se necesitan a las otras.

Antes de comenzar a hablar sobre las malas prácticas de algunas de las principales empresas eléctricas españolas, es conveniente explicar el funcionamiento de este mercado.

Actualmente no concebimos la vida sin electricidad. Estamos sumamente acostumbrados a encender el interruptor y que las luces se prendan. En las ciudades siempre suele ser así, pero aquellos que viven en el campo no pueden decir lo mismo. Es cierto que cada vez las averías son reparadas más rápido, pero estoy segura de que quienes vivan en un pueblo conocen la sensación de quedarse sin luz.

En resumidas cuentas, en la actualidad no concebimos la idea de dar al interruptor y que la luz no se encienda. Creemos que la luz llega por arte de magia a nuestros hogares, pero no es así. Esta lleva a cabo un largo recorrido que comienza en las centrales de generación, donde se transforma las diferentes materias primas en electricidad. Este hecho tiene sentido puesto que como ya decía Lavoisier, la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Por ello, la energía eléctrica se crea del movimiento del agua, luz solar, viento…

Tras transformar la energía, esta es sometida a elevados voltajes para poder ser transportada a través de las líneas de alta tensión. Una vez cerca de los puntos de consumo, se vuelve a disminuir su voltaje para poderla distribuir en los distintos puntos de suministro.

 

 

Como sabemos, el mercado eléctrico es una parte muy importante de la cadena de suministro de electricidad. Se trata al mismo de tiempo de una mercancía y un servicio público puesto que es un bien que todos los usuarios consumen y necesitan y por ello, requiere la intervención y regulación por parte del gobierno.    

               No es algo nuevo el hecho de que las eléctricas españolas están aliadas entre ellas. Por tanto, estamos ante un mercado de competencia imperfecta puesto que las empresas tienen poder para influir en los precios. Más concretamente, se trata de un oligopolio puesto que las principales empresas eléctricas, Endesa, Iberdrola, Factor Energía, EDP Residencial y Naturgy, se reparten la totalidad del mercado español. Pero como bien hemos estudiado en la asignatura de Gestión Empresarial, estas actividades son ilegales. Por ello se llevó a cabo la ley de liberación del mercado eléctrico español. 

 

La aprobación de la Ley 54/1997 del Sector Eléctrico, supuso el inicio del proceso de liberación progresiva del sector mediante la apertura de las redes a terceros, el establecimiento de un mercado organizado de negociación de energía y la reducción de la intervención pública en la gestión del sistema para así mejorar las prestaciones del sector, que hasta entonces practicaba un régimen monopolístico.

El objetivo de esta normativa era disminuir los costes de energía eléctrica para todos los usuarios, asegurar el suministro y potenciar las energías renovables para asegurar la calidad del servicio en España.

Así pues, se procedió a la desintegración vertical de las distintas actividades para evitar los posibles regímenes monopolísticos. Así pues, la retribución de la actividad de producción se baso en la organización de un mercado mayorista, abandonando así el principio de reconocimiento de costes.

En el caso de las redes, se estableció el principio de acceso de terceros y su régimen retributivo continúo siendo fijado en función de los costes de la actividad.

Además, tras la aplicación de esta ley apareció la actividad de comercialización de energía eléctrica cono una actividad independiente al resto de actividades destinas al suministro, por lo que fue dotada de un marco normativo que le permitiese la libertad de contracción y elección por parte de los consumidores.

Por último, se encomendó la gestión del sistema tanto a sociedades mercantiles como privadas, las cuales eran igualmente responsables de la gestión económica y técnica del sistema.

               Tras 16 años de la entrada en vigor de la Ley 54/1977, puede decirse que prácticamente todos sus objetivos se han cumplido. Además, ha contribuido notablemente al cumplimento de los compromisos derivados del parque Energía y Cambio Climático que establecen como objetivos para 2020 la reducción de gases efecto invernadero en un 20%. En la actualidad, del total de la potencia instalada nacional, el 50.1% procede de instalaciones de energía renovable, lo cual son datos muy esperanzadores. Como sabemos, los recursos en la Tierra son escasos. Hemos abusado de ellos durante mucho tiempo y ya es hora de utilizar los recursos que la naturaleza nos ofrece de forma natural.

No obstante, el principal problema actual de este mercado y que la ley no ha sido capaz de controlar es el desequilibrio entre ingresos y costes. Las causas de este desequilibrio se encuentran principalmente en el crecimiento excesivo de determinadas partidas de costes por decisiones de política energética. Por ello, se ha visto que la inestabilidad económica y financiera del sistema electico ha impedido garantizar un marco regulatorio estable.

               Los precios actuales de la luz son desorbitados. En 2019, el precio medio final de la energía en el mercado eléctrico fue de 53.4€/MWh. Pero como bien he explicado, estos precios no son estables en el tiempo. Un claro ejemplo se puede ver en el pasado enero, donde la borrasca de Filomena hizo que los precios subieran hasta los 71€, un 17% por encima de meses anteriores.

Sumado a estas subidas y bajadas de precios, se ha de hablar sobre la cara oscura del mercado eléctico español. Es cierto que la normativa de la que venimos hablando fue creada con el fin de regular el mercado y acabar con las actividades monopolísticas, pero no han logrado los objetivos. Las principales eléctricas españolas tienen influencia total sobre los precios. Se trata de un mercado que sigue teniendo fuerte barreras de entrada y las principales eléctricas se reparten el mercado entre ellas. Además, estas empresas no compiten entre sí, sino todo lo contrario. Estas empresas se alían para fijar y aumentar los precios, auque se trata de una noticia que no es nueva para mucho de nosotros puesto que empresas como Endesa o Naturgy han sido multadas en numerosas ocasiones por sus malas praxis.  El pasado 14 de mayo de 2019 se publicó la noticia de que la CNMC multo a ambas empresas con 25 millones de euros por presentar elevados precios en sus ofertas en 2016.

Como bien he nombrado antes, este mercado es regulado por el Gobierno puesto que se trata de un servicio que toda la población necesita. Lo que no hablan los gobiernos son de los “trapicheos” o malas prácticas se conocen como puertas giratorias, término que describe las contrataciones del sector privado de antiguos cargos de responsabilidad de la Administración Pública. Así pues, lo que hacen las empresas eléctricas es comprar a los políticos para que estos actúen a su favor. En los últimos años, la lista de ex políticos que han continuado su carrera profesional en empresas del sector es extensa. En esta lista encontramos nombres como Felipe González o José María Aznar. Este último fue mismamente quien aprobó la ley de regulación del mercado eléctrico, lo cual muestra la poca ética de las actividades, pero lo peor de todo, plantea un serio problema de separación entre la actividad pública y privada.

Implicación personal

    Este sector es bastante cercano a mi puesto que mi padre trabaja en él. Consideré una buena idea llevar a cabo una publicación de este sector puesto que él siempre me ha hablado sobre las malas prácticas que llevan a cabo estas empresas y que, aunque son conocidas por prácticamente todo el mundo, los políticos hacen oídos sordos. 

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