• La organización empresarial señala que, si los autónomos cotizaran en el Régimen General, todo el mundo tendría derecho a paro o ERTE.

  • Cuestiona la viabilidad del sistema, ya que en 2018 la Seguridad Social destinó algo más de 19.200 millones de euros en pensiones de autónomos, pero apenas ingresó 11.800 millones por cotizaciones

Imagen de archivo de rueda de prensa en Cepyme Aragón

El presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA), Lorenzo Amor, quiere que los autónomos coticen más, pero no mediante un sistema “impuesto” de cotización por ingresos reales. Además, le parece curioso que la Seguridad Social esté impidiendo en estos momentos "a los autónomos mayores de 48 años cotizar por sus ingresos reales".

Hace poco más de una semana, las diferentes organizaciones de autónomos conocieron los planes en los que lleva meses trabajando el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, junto con la Agencia Tributaria, para realizar lo que ha denominado como ‘Reforma Integral del RETA’. Sin embargo, para el presidente de la Federación, el Gobierno no ha tenido en cuenta a la hora de hacer las proyecciones las circunstancias y diversidad que hay dentro colectivo de trabajadores por cuenta propia. 

El sistema de cotización por ingresos reales, tal y como está planteado en estos momentos, dejaría fuera a la mitad de los autónomos y le subiría la cuota a otros 700.000, que en estos momentos se encuentran a límite ante "la nula recuperación económica" por la crisis sanitaria.

El sistema de cotización que propones el gobierno sólo se podría aplicar al 46% de los 3,2 millones de autónomos que hay en España, es decir, sobre los que Hacienda conoce sus rendimientos netos. El resto, unos 1,5 millones de trabajadores autónomos, quedarían excluidos del modelo que planteó el Gobierno, pues la Agencia Tributaria no sabe cuáles son sus rendimientos netos y, por tanto, no se sabría qué cuota aplicarles. Estamos hablando de los autónomos que trabajan para un familiar (los llamados colaboradores), los profesionales que están en módulos y los que tienen una sociedad. También los 195.000 autónomos que a día de hoy trabajan también como asalariados, es decir, los que se encuentra en pluriactividad, por lo que cotizan tanto en el RETA, como el Régimen General.

Y tampoco nos podemos olvidar de las nuevas altas. Este año son más de 200.000 los emprendedores que han comenzado su actividad y de los que Hacienda tardará un tiempo en conocer sus rendimientos netos porque su propuesta sólo afecta a uno 1,5 millones de trabajadores autónomos. Entonces, no se puede hablar de una reforma integral del sistema de cotización de los autónomos. Se necesitaría una cotización por ingresos reales.

Los posibles errores de esta reforma podrían estar en que se excluye a más de la mitad de los autónomos, el sistema de cotización por ingresos reales que propone el Gobierno parte de un error de concepción sobre el verdadero rendimiento neto que tiene un autónomo. Porque los 2.000 euros que podría obtener al mes un autónomo de rendimiento neto, y que es el dato que conoce Hacienda, no son comparables a los 2.000 euros que cobra en su nómina un asalariado. Ya que los trabajadores por cuenta propia, a diferencia de los asalariados, no se llevan a casa ese rendimiento, sino que tienen que destinar una buena parte de él a cubrir gastos que no se puede deducir en el IRPF como el vehículo que utilizan para trabajar, la gasolina, las comidas con clientes, algunos suministros... Y así un montón de gastos que en su gran mayoría no son desgravables. Y además, tienen que sufrir la morosidad de sus clientes, que en muchos casos son las propias administraciones.

Y recordemos que la mitad de los autónomos tendrán que afrontar la devolución de un crédito ICO con esos rendimientos. Ya que al ser persona física, el aval público solicitado durante la pandemia se lo concedieron a modo de préstamo personal. Y no podrán desgravarlo.

Esta reforma es necesaria,  pero lo ideal sería crear un sistema para que los autónomos pudieran mejorar su cotización y ampliar sus prestaciones. Y hacerlo sin que éstos pierdan la libertad individual para elegir qué cuota pagar. Especialmente en estos momentos, dónde para muchos es muy complicado atender todos los meses a sus cotizaciones. El sistema que nos han planteado podría generar una asfixia para miles de trabajadores por cuenta propia y podría llegar a convertirse en un sistema injusto. Te pongo dos ejemplos.

Imagina el agravio comparativo que se produciría entre un autónomo societario con un comercio y con unas ventas de 200.000 euros al año y un autónomo comerciante en estimación directa con las mismo nivel de ventas. Éste último puede verse obligado a cotizar el doble, porque el autónomo en estimación directa declara sus rendimientos netos propios, pero el societario declara los de la sociedad. También podemos encontrar que un autónomo transportista en módulos y que facture 100.000 euros al año, cotice por 283 euros al mes y un transportista en estimación directa con la misma facturación esté obligado a cotizar prácticamente un 50% más. Con lo que el sistema va a penalizar a los autónomos persona física en estimación directa que declaran sus ingresos y va a favorecer al resto de sistemas de tributación, lo que puede provocar que haya huida de los autónomos de estimación directa hacia otros sistemas de tributación: impuesto de sociedades o tributación objetiva (módulos).

Es cierto que los autónomos cuyos niveles de ingresos se lo permitan deberían cotizar más, porque es más beneficioso para ellos, para que puedan tener mejores prestaciones en el presente y una buena pensión de jubilación en el futuro. Pero no se trata sólo de hacer que los autónomos coticen más, si no de cómo se puede conseguir. Cotizar por ingresos reales debe ser una meta no una imposición. Además corre por ahí un dato que es absolutamente falso. Se dice que el 85% de los autónomos cotiza por la base mínima, cuando los datos de la propia Seguridad Social demuestran que sólo hay 1.698.000 autónomos, el 52%, que cotiza por esa base mínima. 

Es más, hay un millón de autónomos que cotizan por bases superiores a los 1.500 euros al mes. Lo que debería hacerse es implementar una serie de cambios para hacer que cada vez sean más, los que puedan elevar su cuota.

Creemos que ayudaría a los autónomos a cotizar más si se les permitiera realizar aportaciones en cualquier momento del año a la Seguridad Social, para mejorar su base de cotización, tal y como se hace en un plan de pensiones. O, también, que puedan cambiar su base de cotización seis veces al año y no cuatro como pasa ahora. O, que la cotización de los societarios se considere un gasto de empresa, como ocurre con las cotizaciones sociales de los empleados.

Es curioso que la Seguridad Social impida hoy que los autónomos mayores de 48 años puedan cotizar por sus ingresos reales. Se les prohíbe aumentar su cotización, aunque tengan grandes rendimientos simplemente porque años atrás cotizaron poco. Son profesionales por cuenta propia que podrían, en estos momentos, pagar una cuota superior y no lo hacen porque la Seguridad Social no se lo permite.

No se entienden ciertas posturas de algunas organizaciones de autónomos que defienden bajar las cotizaciones a unos y subírselas a otros. Deberían  bajar para todos. No se le puede mentir a los autónomos y decirles que esta reforma va a mejorar sus prestaciones, cuando obviamente si un autónomo cotiza más tendrá mejores prestaciones, pero si otro cotiza menos, las tendrá peores. Con esto, la reforma que plantea el Gobierno y que apoyan algunas organizaciones, mejoraría las prestaciones de muchos, pero también empeoraría las de otros. 

Tampoco se entiende  cómo algunas organizaciones de autónomos defienden la supresión del sistema de módulos, perjudicando a 570.000 autónomos; eliminar la tarifa plana que genera 150.000 emprendedores cada año y subirle la cotización a 700.000 trabajadores por cuenta propia con esta reforma.

Creemos que este no es el momento de hacer esta reforma. Hay que tener en cuenta que la vuelta a la normalidad no se va a dar hasta el 2025 o 2026. Por tanto, plantear una subida de cotizaciones va a suponer de cualquier manera asfixiar más al tejido productivo.